viernes, 24 de septiembre de 2010

Hijita, ¿querés ser varón? Cambio de sexo temporario en Afganistán

Publicado por Gazeta Wyborcza el 22 de septiembre de 2010
Traducción del polaco para RIMA de Bárbara Gill

Cuando la mamá viste a Mehran Rafaat, de seis años, para que vaya a la escuela, la niña observa a sus hermanas que se visten con polleras negras y ocultan sus cabellos bajo un pañuelo. Para ella han previsto otra ropa: pantalones verdes, camisa blanca y corbatita. No hace falta que se cubra la cabeza. Desde el momento en el que traspone la puerta de la casa, la pelicorta Mehran deberá ser un varón.

Cuando en 1999 Azita Rafaat -después de un parto de 72 horas- parió a las gemelas Benafsha y Beheshta, su suegra se puso a llorar. No de emoción.

Para Azita, criada en Kabul y hablante de seis idiomas, el casamiento al que fue obligada por su padre fue un shock: su marido era un agricultor analfabeta. Ella, siendo una excelente alumna, soñaba con ser médica, pero tuvo que acostumbrarse a vivir en una casa sin agua corriente ni electricidad, donde como la segunda esposa de su marido tenía que ayudar a criar vacas, ovejas y gallinas. Y parir varones. Cuanso enfrentó a su omnipotente suegra, ésta le ordenó al hijo que la pusiera en vereda.

Golpes

Los propinaba con un palo o con un alambre.

-Sobre el cuerpo, la cara- describe Azita ante una periodista del "New York Times"- Yo intentaba detenerlo. Pero no siempre- agrega.

Poco después volvió a quedar embarazada. De inmediato comenzaron a tratarla mejor. Hasta que parió -igual que la otra esposa- dos niñas- Y después otra.
Y más luego otra más, Mehran, que hoy tiene seis años.

-Quería morir. No podía divorciarme. Habría perdido a mis hijas, y ellas sus derechos. No soy de las que se rinde.

Emancipación

Hoy Azita Rafaat es una de las 68 mujeres que integran el parlamento afgano, compuesto por 249 legislador@s. Su marido desocupado mata el tiempo en su casa. -Es mi gallo doméstico- se ríe la mujer. Obligó al marido a mudarse con la suegra y comenzó a mantener la casa. Tres años después de casarse, cuando en 2002 cayó el régimen de los talibán, comenzó a trabajar como voluntaria paramédica en una ONG. Hoy gana 2 mil dólares mensuales como diputada. Lucha por su reelección y es optimista. Pero también para el segundo mandatu tuvo que tener un persmiso del marido. Y éste quería que volviera a embarazarse y pariera un varón. No aceptó, no quería trabajar durante el embarazo, y parir otra hija... Pero la familia no cedía. Entonces decidió convertir en varóna una de las hijas. Y así Manoush se convirtió en Mehran.

"Hijita, ¿querés jugar como los varones?"

La nena recibió ropas de varón. Cuando fue a la escuela con el cabello ya corto, no provocó ningún revuelo. Pero ante los extraños siempre se presenta como varón. La familia conoce el verdadero sexo de Mehran, pero la pueden presentar como varón. Y ése era el tema.
-Cuando me preguntan si tengo un hijo, digo que sí. Y ellos ven que tengo un varón. Entonces se callan la boca. Y yo también- dice el marido al "NYT".

Ya que no hay hijo, hay que crearlo
No hay estadísticas sobre cuántas afganitas crecen como varones. Pero la presión sobre las mujeres afganas para que tengan la mayor cantidad posible de hijos varones es inmensa; dice el "NYT". Los afganos menos instruidos están convencidos de que la mujer embarazada puede decidir el sexo de su hij@. Por eso cuando nace una niña, a los ojos de la familia la madre es culpable del fracaso. Ella misma también lo sabe.
Por eso muchos padres afganos sin hijos varones visten a sus hijas como varones. Los progenitores no hablan de ellas como "hija" o "hijo, sino como "bacha posh", o sea: "vestido de varón". Así es más seguro y cómodo. La familia no le pregunta a la madre y al pare por qué no tienen un varón.
Porque el varón significa alegría, suerte, es el heredero del apellido y los bienes. El varón va a trabajar y ganar dinero. Incluso un falso varón eleva el status de la familia. Por eso el travestismo de las hijas sucede en todas las clases sociales de Afganistán, sin distinción de educación, procedencia o riqueza de los padres. No es una creación de mandatos religiosos o legales, y en la mayoría de los casos -dicel el "NYT"- la niña vuelve a su verdadera identidad en la adolescencia.

Ser varón tiene sus ventajas

Pra las niñas no es la peor solución. Como varones tienen más facilidades para ir a la escuela, trabajar fuera de la casa, e incluso acompañar a sus hermanas en los lugares públicos como "protectores". y pueden ayudar a sus padres, como Miina, de diez años, que después de clases se viste de varón y va a trabajar a una tienda cercana. El dinero ganado (1,30 dól. por día) engrosa los ingresos familiares.

La quinceañera Zahra desde niña se viste de varón. Juega a la pelota, practicó taekwondo con un grupo de varones que desconocían su verdadero sexo. -Me peleaba con los pibes -dice la chica- Si me dicen dos malas palabras, yo les digo tres. Si me golpean una vez, les devuelvo dos.
Azita Rafaat considera que durante los años que las niñas afganas pasan vestidas de varones aprenden lo que de otra manera jamás podrían: autoestima y desenvoltura. No sabe cuándo le dirá a Mehran que es hora de volver a ser mujer. Pero sabe que deberá hacerlo. Al fin y al cabo, ella también fue varón durante varios años.

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