domingo, 11 de enero de 2009

Subcomandante Marcos/Freud/José Saramago, Teresa Aranguren, Belén Gopegui y otros.

De siembras y cosechas.

Tal vez lo que voy a decir no venga al caso de lo que es el tema central de esta mesa, o tal vez sí.

Hace dos días, el mismo en el que nuestra palabra se refirió a la violencia, la inefable Condoleezza Rice, funcionaria del gobierno norteamericano, declaró que lo que estaba pasando en Gaza era culpa de los palestinos, por su naturaleza violenta.

Los ríos subterráneos que recorren el mundo pueden cambiar de geografía, pero entonan el mismo canto.

Y el que ahora escuchamos es de guerra y de pena.

No muy lejos de aquí, en un lugar llamado Gaza, en Palestina, en Medio Oriente, aquí al lado, un ejército fuertemente armado y entrenado, el del gobierno de Israel, continúa su avance de muerte y destrucción.
Los pasos que ha seguido son, hasta ahora, los de una guerra militar clásica de conquista: primero un bombardeo intenso y masivo para destruir puntos militares "neurálgicos" (así les dicen los manuales militares) y para "ablandar" las fortificaciones de resistencia; después el férreo control sobre la información: todo lo que se escuche y vea "en el mundo exterior", es decir, externo al teatro de operaciones, debe ser seleccionado con criterios militares; ahora
fuego intenso de artillería sobre la infantería enemiga para proteger el avance de las tropas a nuevas posiciones; después será el cerco y sitio para debilitar a la guarnición enemiga; después el asalto que conquiste la posición aniquilando al enemigo, después la "limpieza" de los probables "nidos de resistencia".

El manual militar de guerra moderna, con algunas variaciones y agregados, está siendo seguido paso a paso por las fuerzas militares invasoras.

Nosotros no sabemos mucho de esto y, es seguro, hay especialistas sobre el llamado "conflicto en Medio Oriente", pero desde este rincón algo tenemos que decir:

Según las fotos de las agencias noticiosas, los puntos "neurálgicos" destruidos por la aviación del gobierno de Israel son casas habitación, chozas, edificios civiles. No hemos visto ningún bunker,
ni cuartel o aeropuerto militar, o batería de cañones, entre lo destruido. Entonces nosotros, disculpen nuestra ignorancia, pensamos que o los artilleros de los aviones tienen mala puntería o en Gaza no existen tales puntos militares "neurálgicos".

No tenemos el honor de conocer Palestina, pero nosotros suponemos que en esas casas, chozas y edificios habitaba gente, hombres, mujeres, niños y ancianos, y no soldados.

Tampoco hemos visto fortificaciones de resistencia, sólo escombros.

Hemos visto, sí, el hasta ahora vano esfuerzo de cerco informativo y a los distintos gobiernos del mundo dudando entre hacerse patos o aplaudir la invasión, y una ONU, ya inútil desde hace tiempo, sacando tibios boletines de prensa.

Pero esperen. Se nos ha ocurrido ahora que tal vez para el gobierno de Israel esos hombres, mujeres, niños y ancianos son soldados enemigos y, como tales, las chozas, casas y edificios donde habitan son cuarteles que hay que destruir.

Entonces seguramente los fuegos de artillería que esta madrugada caían sobre Gaza eran para proteger de esos hombres, mujeres, niños y ancianos el avance de la infantería del ejército de Israel.
Y la guarnición enemiga a la que quieren debilitar con el cerco y sitio que se está tendiendo en torno a Gaza no es otra cosa que la población palestina que ahí vive. Y que el asalto buscará aniquilar a esa población. Y que cualquier hombre, mujer, niño o anciano que logre
escapar, escondiéndose, del asalto previsiblemente sangriento, será luego "cazado" para que la limpieza se complete y el mando militar al mando de la operación pueda reportar a sus superiores "hemos completado la misión".

Disculpen de nuevo nuestra ignorancia, tal vez lo que estamos diciendo no venga, en efecto, al caso, o cosa, según. Y que en lugar de estar repudiando y condenando el crimen en curso, como indígenas y como guerreros que somos, deberíamos estar discutiendo y tomando posición
en la discusión sobre si "sionismo" o "antisemitismo", o que en el principio fueron las bombas de Hamas.
Tal vez nuestro pensamiento es muy sencillo, y nos faltan los matices y acotaciones tan necesarios siempre en los análisis pero, para nosotras, nosotros, zapatistas, en Gaza hay un ejército profesional asesinando a una población indefensa.

¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado?
¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino?
Nosotros pensamos que sí sirve, que tal vez no detengamos una bomba ni nuestra palabra se convierta en un escudo blindado que evite que esa bala calibre 5.56 mm o 9 mm, con las letras "IMI", "Industria Militar Israelí" grabadas en la base del cartucho, llegue al pecho de una niña
o un niño, porque tal vez nuestra palabra logre unirse a otras en México y el mundo y tal vez primero se convierta en murmullo, luego en voz alta, y después en un grito que escuchen en Gaza.

No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento.

No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.

Por lo demás, pasará lo que de por sí va a pasar. El gobierno de Israel declarará que le propinó un severo golpe al terrorismo, le ocultará a su pueblo la magnitud de la masacre, los grandes
productores de armamento habrán obtenido un respiro económico para afrontar la crisis y "la opinión pública mundial", ese ente maleable y siempre a modo, volteará a mirar a otro lado.

Pero no sólo. También va a pasar que el pueblo Palestino va a resistir y a sobrevivir y a seguir luchando, y a seguir teniendo la simpatía de abajo por su causa.

Y, tal vez, un niño o una niña de Gaza sobrevivan también. Tal vez crezcan y, con ellos, el coraje, la indignación, la rabia. Tal vez se hagan soldados o milicianos de alguno de los grupos que luchan en Palestina. Tal vez se enfrente combatiendo a Israel. Tal vez lo haga disparando un fusil. Tal vez inmolándose con un cinturón de cartuchos de dinamita alrededor de su cintura.

Y entonces, allá arriba, escribirán sobre la naturaleza violenta de los palestinos y harán declaraciones condenando esa violencia y se volverá a discutir si sionismo o antisemitismo.

Y entonces nadie preguntará quién sembró lo que se cosecha.

Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 4 de enero del 2009.


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www.bentayga.org


Gaza: crimen y vergüenza

Por José Saramago, Teresa Aranguren, Belén Gopegui y otros

No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza. No es una represalia, no son los cohetes artesanales que han vuelto a caer sobre territorio israelí sino la proximidad de la campaña electoral lo que desencadena el ataque.

No es la respuesta al fin de la tregua, porque durante el tiempo en el que la tregua estuvo vigente el ejército israelí ha endurecido aún más el bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones con la cínica justificación de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser miembro de Hamás despoja de condición humana al cuerpo desmembrado por el impacto del misil y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato sin más?.

No es un estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y anunciada hace tiempo por la potencia ocupante. Un paso más en la estrategia de aniquilación de la voluntad de resistencia de la población palestina sometida al infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza a un asedio por hambre cuyo último episodio es la carnicería que en estos días asoma en las pantallas de nuestros televisores en medio de amables y festivos mensajes navideños.

No es un fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más de complicidad con el ocupante. Y no se trata sólo de Estados Unidos que no es referencia moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüidad, hipocresía, de la diplomacia europea.

Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin que pase nada. La impunidad de Israel no se cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tiene
consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con acuerdos comerciales preferentes o propuestas para el ingreso de Israel en la OCSE.

Y qué obscenas resultan las frases de algunos políticos repartiendo responsabilidades a partes iguales entre el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida equidistancia que equipara al oprimido con su opresor. El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. Y a perpetuarlo.

En Gaza se está perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y nadie podrá decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no sabíamos.

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carta a Chaim Koffler del 26 de febrero de 1930 con respecto a la creación del estado judío en Palestina:[1]

"Estimado Dr.:

No puedo hacer lo que desea. No me es posible superar mi rechazo a ocupar al público con mi persona y la presente situación crítica no me parece apropiada para ello. Quien quiera influir en una multitud debe tener para decir algo altisonante y entusiasmante y esto no lo permite
mi sobrio juicio sobre el sionismo. Ciertamente tengo la mayor simpatía por sus esfuerzos, estoy orgulloso de nuestra universidad en Jerusalem y me alegro de la prosperidad de nuestras colonizaciones.
Pero por otro lado no creo que Palestina pueda alguna vez transformarse en un estado judío y que el mundo cristiano y el islámico estén listos para admitir un protectorado judío en sus
lugares santos. Me parece más comprensible fundar una patria judía en un suelo no cargado históricamente; sin embargo yo sé que un punto de vista tan racional nunca habría ganado el entusiasmo de las masas ni los recursos de los ricos. También admito con pesar que el fanatismo,
ajeno a la realidad, de nuestro pueblo tiene una parte de culpa en el despertar de la desconfianza de los árabes. Por cierto no puedo sentir simpatía alguna por la piedad mal dirigida que convierte en una religión nacional un fragmento de la muralla de Herodes y a causa de
ello desafían los sentimientos de los habitantes.

Juzgue Vd. mismo si con un punto de vista tan crítico soy la persona indicada para aparecer como consolando a un pueblo sacudido por una esperanza injustificada.

Con mis mayores respetos, afectuosamente
Freud"


Freud would not have been surprised at the continuing conflict in the Middle East. He predicted as much 70 years ago.

We can predict Freud's response because of a letter he wrote to Dr. Chaim Koffler in 1930. In February 1930 Freud was asked, as a distinguished Jew, to contribute to a petition condemning Arab riots of 1929, in which over a hundred Jewish settlers were killed. This was his reply:

Letter to the Keren Hajessod (Dr. Chaim Koffler)


Vienna: 26 February 1930

Dear Sir,

I cannot do as you wish. I am unable to overcome my aversion to burdening the public with my name, and even the present critical time does not seem to me to warrant it. Whoever wants to influence the masses must give them something rousing and inflammatory and my sober
judgement of Zionism does not permit this. I certainly sympathise with its goals, am proud of our University in Jerusalem and am delighted with our settlement's prosperity. But, on the other hand, I do not think that Palestine could ever become a Jewish state, nor that the
Christian and Islamic worlds would ever be prepared to have their holy places under Jewish care. It would have seemed more sensible to me to establish a Jewish homeland on a less historically-burdened land. But I know that such a rational viewpoint would never have gained the enthusiasm of the masses and the financial support of the wealthy. I concede with sorrow that the baseless fanaticism of our people is in part to be blamed for the awakening of Arab distrust. I can raise no sympathy at all for the misdirected piety which transforms a piece of
a Herodian wall into a national relic, thereby offending the feelings of the natives.

Now judge for yourself whether I, with such a critical point of view, am the right person to come forward as the solace of a people deluded by unjustified hope.

Your obediant servant,

Freud

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