lunes, 10 de noviembre de 2008

Rust, Paula C.: "Bisexuality and the Challenge to Lesbian Politics. Sex, Loyalty and Revolution";

Por Paula C. Rust (fragmento)


Uno de los debates fundamentales que se dan entre los científicos sociales que estudian la sexualidad es acerca de sí la orientación sexual es esencial o construida. En el discurso político y social, nos hemos acostumbrado tanto a referirnos a las personas como lesbianas, gays o heterosexuales que ya no nos preguntamos si puede haber o no otra manera de comprender nuestra diversidad sexual.

La palabra "homosexual" fue en 1869 por, Benkert. Antes de fines del siglo XIX, hubo personas que tuvieron relaciones, se sintieron atraídas y se enamoraron de gente de su mismo sexo, pero los historiadores nos dicen que a esas personas no se las puso en ninguna categoría determinada ni se les considero como un "tipo" especial debido a su conducta o sentimientos.
En otras palabras, la historia de la sexología afirma, que las categorías "lesbiana/gay" y "heterosexual" son construidas por la sociedad.
interpretamos nuestros deseos usando los conceptos y las posibilidades que nuestra cultura nos facilita y que percibimos nuestros deseos como indicación de la clase de personas que somos.
Los esencialistas, por el contrario, creen que la orientación sexual o el deseo sexual son características intrínsecas a la persona. Una "esencia" es algo real en sentido absoluto; algo que existe aun en la ausencia de toda interpretación cultural. La esencia es lo que veríamos si pudiéramos eliminar todos nuestros prejuicios y deformaciones culturales. Cuando hablamos de "descubrir" nuestras sexualidades, estamos pensando en términos esencialistas porque asumimos que hay algo que existe dentro de nosotros desde antes que pudiéramos conocerlo. Cuando decimos que somos lesbianas, gays o heterosexuales, esta implícito que tenemos una
esencia lesbiana, gay o heterosexual, es decir, que somos un tipo particular de persona que tiene un tipo particular de esencia sexual.
La palabra "heterosexual" comenzó a usarse después que la palabra "homosexual", y originalmente significó una persona que sentía atracción por ambos sexos. Alrededor de 1890, paso a significar una persona que se siente atraída por personas de un sexo distinto del suyo, y de ahí en adelante, los científicos y el público reconocieron dos tipos de personas sexuales que son esencialmente distintos entre si. Zinik (1985) llamó a este modelo dicotómico de la sexualidad esencial el "modelo de conflicto", porque en él el homo y la heterosexualidad se piensan como estados del ser contradictorios y diferentes. En otras palabras, se cree que la atracción hacia las personas del mismo sexo y la atracción hacia las personas de otro sexo son cualitativamente diferentes, no pueden coexistir en la misma persona o (si lo hacen) entran en conflicto.
En este modelo, no pueden existir personas verdaderamente bisexuales o, si existen, viven luchando entre su deseo por la gente de su mismo sexo y su deseo por la gente del sexo opuesto.
El primer cuestionamiento importante a este modelo dicotómico y de conflicto de la sexualidad surgió en 1948 y en 1953, cuando Alfred Kinsey y sus colegas publicaron dos estudios de la conducta sexual que significaron toda una revolución: Conducta Sexual del Varón y Conducta Sexual de la Mujer. Basándose en un estudio en el ámbito nacional (EEUU) de hombres y mujeres, Kinsey y sus colegas anunciaron que un 28% de las mujeres habían experimentado alguna vez respuestas eróticas frente a otras mujeres, que un 37% de los hombres habían tenido experiencias eróticas culminadas en orgasmo con otros hombres en edades posteriores a la adolescencia, y que otro 13% de los varones habían manifestado respuestas eróticas frente a otros hombres aunque nunca habían llegado a mantener relaciones sexuales con ellos.

Las revueltas que tuvieron lugar en el bar Stonewall, de Greenwich Village, New York, en junio de 1969 marcaron el comienzo simbólico de una nueva conciencia lésbica y gay. Las lesbianas y los gays ya no estaban dispuestas/os a tranquilizar a la sociedad heterosexual y a evitar las persecuciones ocultándose; comenzaron a demandar abiertamente la aceptación civil y los derechos civiles.
¿Qué es la homofobia y que la produce?, ¿Cómo afecta el heterosexismo las vidas de gays y lesbianas?, ¿Qué es el proceso de asumirse? y ¿Cómo son las comunidades de gays y lesbianas?, ¿Cómo hace la gente para encontrarse entre ellos/as, y qué clase de estructuras sociales existe en ellas?".
Basándose en los informes primeros que reveló el Centro de Control de las Enfermedades, la mayoría de casos de SIDA se habían encontrado entre los varones homosexuales, y se llegó a la conclusión de que los "gays" corrían el mayor riesgo de contraer la enfermedad y dirigió todos sus esfuerzos educativos hacia ellos. Sin embargo, lo que no tornaron en cuenta, fue el hecho de que la conducta y la identidad no siempre coinciden, y que es la conducta de la persona, no su identidad sexual, la que determina su riesgo frente a la posibilidad de infectarse con VIH.
Otra omisión se dio en las conductas bisexuales. Muchos hombres que estaban teniendo relaciones sexuales con otros hombres eran casados y se consideraban a si mismos hetero o bisexuales, no gays. Los mensajes sobre el sexo seguro dirigidos a la comunidad gay no llegaron nunca a esos hombres. Este error de comunicación, con posibles consecuencias fatales, se produjo porque los científicos no cuestionaron el modelo simplista de sexualidad en el cual existen solo dos tipos simples de personas: hetero y homosexuales.


Brierley, en cambio, rechazó la idea de que la bisexualidad, la heterosexualidad y la homosexualidad son diferentes formas de sexualidad. Según él, las personas tienen numerosas dimensiones psicológicas y de conducta que forman un sistema que tiende a una homeóstasis (equilibrio) particular en las "personalidades bien integradas". Algunos elementos de ese sistema, como la identidad de género, son centrales y por lo tanto más resistentes al cambio a medida que el sistema se adapta para "mantener su estabilidad y oponerse a las restricciones que le imponen desde el exterior". Esas adaptaciones del sistema producen relaciones entre la identidad, la conducta y otras dimensiones de la personalidad que son únicas para cada individuo. No hay, por lo tanto, "un homosexual" o "un heterosexual"; a lo sumo hay algunas personas que tienen las características que asociamos con esas categorías.
Basándose en la noción de bisexualidad como potencial humano universal, Fritz Klein (1978) pensó la bisexualidad como el potencial para "un cien por ciento de intimidad". La bisexualidad, en este sentido, es "el estadio más complejo de relación sexual con las personas" y tiene que ver con "conductas integrales" y tolerancia frente a la ambigüedad, en oposición a los límites que tanto el homo como la heterosexualidad ponen a las conductas y a los sentimientos. Entonces, en lugar de una combinación de homo y heterosexualidad, la bisexualidad es para Klein, una
forma cualitativamente diferente de relacionarse con la gente que se caracteriza por la apertura más que por las limitaciones.


Rust, Paula C.: "Bisexuality and the Challenge to Lesbian Politics.
Sex, Loyalty and Revolution";
New York University Press: New York
1995. Traducción: Alejandra Saldrá.

Fuente: Leonor Silvestri
Bruno del
CENTRO DE ESTUDIOS DE GÉNERO Y DIVERSIDAD SEXUAL

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